La guerra es la continuación
de la política por otros medios.
Carl
von Clausewitz
GUERRA SIN FIN
En esta guerra
sin fin, que libramos entre hermanos
se sembró
desde hace siglos la cizaña y la venganza
por políticos
mezquinos y por muchos cortesanos
que por
ambición rompieron nuestra frágil esperanza.
Comenzaron
esta lucha centrales y federales,
la élite más
codiciosa de una Patria liberada
y la continuaron
luego los godos y liberales
para enterrar
la ilusión con que Bolívar soñara.
A la lucha
entre los partidos, de alcances nacionales,
le prosiguió
la subversiva en los años del sesenta;
para acabar los
monopolios y causas de los males
se exacerbó a
nuestro pueblo en contra de la dirigencia.”
Se propició el
descontento entre las clases sociales
por la
injusticia reinante y el aumento de pobreza,
por la
opresión existente desde tiempos coloniales,
por la
dependencia externa y el reparto de riqueza.
Al final de
los setenta se sumaron traficantes
a políticos
corruptos para financiar campañas,
a los rebeldes
en derrota, a personas importantes
y se carcomió
el Estado en su más íntima entraña.
En esta guerra
tan sucia no se tienen ideales,
las hordas de
enemigos ya no defienden una causa,
se masacran
campesinos como puros animales
para obtener
el poder o para quitarles su chacra.
Hoy los nuevos
poderosos con mayores ambiciones
armaron
autodefensas para vengar las matanzas,
para sacar los
violentos apropiados de regiones
y para obtener
el dinero que aumenten sus finanzas.
Los medios de
información, supuestamente leales
al pueblo que
los sostiene y al que le deben ganancia,
exaltan a
delincuentes como héroes nacionales
y apoyan sus
exigencias en completa tolerancia.
Nuestra clase
dirigente, caciques y gamonales,
se encuentran
mimetizados detrás de las bambalinas
y para obtener
protección de intereses personales
prefieren no dar
la cara aunque el país esté en ruinas.
Por causa del
conflicto nuestra libertad se ha perdido,
se hipotecó
nuestro país por cuantiosa deuda externa,
se ha
desmembrado la Patria sin hacer un solo tiro
y quedamos
atrasados en completa dependencia.
Esta guerra
que padecemos de alcances infernales,
que el
indolente no mira, escudándose en la ignorancia,
y que
involucra al Estado, al civil y a militares,
la tenemos que
afrontar si queremos democracia.
La paz se
podrá alcanzar con acuerdos muy especiales,
con
negociaciones serias y con pactos de importancia
entre todos los
actores, con garantes imparciales
sin que se
busquen tajadas y sin entregar la Patria.
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